Si este verano viajas en avión, cuida tu piel al máximo de todas las amenazas

Si este verano viajas en avión, cuida tu piel al máximo de todas las amenazas
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Por el momento, hay muchas (como yo, mismamente) que todavía no nos hemos ido de vacaciones y, como podréis imaginar, estamos deseando hacerlo. Eso sí, como cada año, hay que ser muy conscientes de que hay que tomar las precauciones necesarias porque es una época en la que la piel sufre mucho, no solo por los estragos del sol, sino también durante los viajes. Y es que viajar en avión, por ejemplo, supone mucho estrés para la piel según nos ha hecho saber Paola Gugliotta, doctora en Dermoestética y una de las fundadoras de Sepai. Así que tomad buena cuenta de todas las indicaciones que nos ha dejado la profesional.

Primeramente tenemos que tener en cuenta que todo depende del tiempo del viaje. No es lo mismo un viaje de una hora que otro de 12, obviamente, pero el simple hecho de subirse a un avión, según cuenta Paola, ya supone un gran cambio en nuestra piel debidos a la presión atmosférica, así como a los niveles de humedad ambiental, los rayos solares que atraviesan las ventanillas (nunca me lo había planteado, sinceramente), así como todo lo que rodea al hecho de estar en una cabina de un avión y que pasamos a examinar más detenidamente.

Embarcando que es gerundio

Personalmente creo que esta cronología casi la comenzaría antes de embarcar, en el propio aeropuerto. Y es que, como todas sabéis, lo normal es que ya haga bien de fresquito en la puerta de embarque. Así, es ya entonces cuando la piel comienza a sufrir los primeros estragos derivados del aire acondicionado y de la falta de ventilación, factores que resecan y deshidratan muchísimo la piel.

 

Una vez que llegamos al avión toca sentarse y tomar posiciones para las próximas horas. Durante ese periodo, lo normal es que haga bastante calor (agobiante en muchos casos), lo que hace que haya una escasa humedad ambiental de la cabina que, nuevamente, deshidrata tu piel.

Despegamos, ¡bon voyage!

Principalmente hay que tener en cuenta el gran cambio de presión que sufrimos cuando despegamos y alcanzamos esos 35.000 pies de altura, momento en el que se altera el film hidro-lipídico que protege la piel y le llega menos sangre, lo que se traduce en ese tono pálido que todos sufrimos a bordo de un avión.

 

Pero es que la cosa no acaba ahí, porque a medida que va pasando el tiempo, se van produciendo cambios que no hacen más que seguir causando estreagos. Así, una hora después de despegar, y para contrarrestar la presión exterior, el interior del avión se presuriza con aire acondicionado de baja humedad, y esto hace descender los niveles de oxígeno dérmicos. lo que se traduce en que la hidratación de la piel ya se ha reducido en un 5%.

Sigue avanzando el reloj, lo que supone que a las tres horas de estar en el avión, la alta concentración de anhídrido carbónico del entorno (5 veces superior a la del aire natural) asfixia la epidermis y apaga el tono de la piel. Sí, empalidecemos más aún y la hidratación de la piel sigue bajando y disminuye un 20% más.

Pasadas ocho horas de vuelo y en adelante, la baja presión provoca que el aire de dentro de nuestro cuerpo se expanda y la circulación se ralentice, lo que hace que nuestras piernas se hinchen y se sientan más pesadas, y si ya vamos en turista, el famoso síndrome de esta clase cobra especial relevancia.

Además, hay que tener en cuenta que a través de las ventanillas, se van filtrando gran cantidad de rayos solares que además provocan una glicación del ADN de la piel, que es básicamente un mecanismos fundamentales del envejecimiento después de la oxidación y el deterioro hormonal.

Aterrizamos y fin de viaje

Y llegamos a destino, cuando la piel está más tirante, por la deshidratación, y grisácea. Si conocéis a alguien que salga con buena cara de un avión preguntadle qué hace porque tiene el Santo Grial de la belleza. Además, también salimos con esa sensación de pelo “sucio” (da igual que nos lo acabemos de lavar), lo cual es bastante desagradable.

 

Consejos a seguir y a evitar

En cuanto a los segundos, lo que más me ha llamado la atención de las palaras de Paola han sido las siguientes:

El gesto tan extendido de pulverizar un mist o agua termal sobre la piel a bordo del avión PUEDE SER contraproducente para la piel si se hace con mucha frecuencia, y si no se absorbe en al menos 20 segundos una vez aplicada. Están formulados con ingredientes humectantes y el producto se queda sobre la piel y puede agravar la deshidratación

Y es que la Dra. recomienda aplicarla no más de 1 vez por cada 5 horas de viaje, y secando el excedente de producto 15-20 segundos después de su aplicación para evitar lo comentado.

En todo caso, habrá que llevar un neceser bien preparado donde incluir una buena crema con factor de protección, como la City Shield de Sepai de la que hablé hace unos días, un contorno de ojos, así como una crema rica hidratante tanto para el rostro como para el cuerpo.

Así que ya sabéis, si tomáis un avión estas vacaciones cuidad vuestra piel con mucho mimo.

Fotos | @lovelypepa, @chiaraferragni, @dulceida
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