Hace unos años una amiga me contó que cada vez que leía alguna noticia de una famosa que se ha hecho un piercing en el pezón, no podía evitar sentir un pequeño pinchazito, concretamente, en el pezón izquierdo, recordando la experiencia de llevar piercing durante cinco años.
Lo suyo no fue un acto de rebeldía, tenía ya 33 primaveras, quizá fue más bien un acto de fe, ya que después de hacerse varios tatuajes estaba prácticamente convencida de que apenas iba a notar dolor, ni tener problemas. Sin embargo, no fue así, aunque mejor empiezo por el principio de su historia y así será más fácil entender porqué tiene claro que es algo que no volverá a repetir.
Cómo se hace un piercing en el pezón
Antes de nada, tendríamos que decir cómo se hace un piercing en el pezón. Para empezar, tenemos que acudir a un profesional, a un centro especializado, estar convencidos y, sobre todo, dejarnos aconsejar.
Y es que, como bien podréis ver, es algo que duele ya que, al fin y al cabo, nos están pasando una cánula por el pezón, tarda en curar y cambia por completo tu manera hasta de quitarte la ropa y de actuar.

Además, requerirá bastante cuidados de los que tenemos que ser conscientes ya que no es como si nos agujereamos otra parte del cuerpo, esta es especialmente sensible y con un alto riesgo de infección como un queloide. Un dato a tener en cuenta será que el periodo de cicatrización de la piel que recubre el pezón oscila, como mínimo, entre unas seis u ocho semanas. Así que hay que estar preparados.
Su experiencia tras hacerse un piercing en el pezón
"Nunca olvidaré el día de la colocación, como ya he comentado iba relativamente tranquila. Una amiga me había dicho además que ella ni lo había notado (un saludo, amiga de la que no volveré a creer nada), y por no perder una tarde de trabajo aproveché para pedir la cita el mismo día que la del dentista y llegué con la boca medio anestesiada. Esas ideas geniales que a veces se me ocurren". Os traslado sus palabras textuales.

Una vez tumbada en la camilla "empecé a ponerme un poco nerviosa, y cuando el chico que lo hacía (todo un profesional del que no tengo ninguna queja, quiero dejar constancia) me dio un poco de hielo para insensibilizar la zona y noté que solo el contacto con el hielo ya me dolía, pasé de estar un poco nerviosa a estar ligeramente histérica, pero me contuve; no había vuelta atrás".
Continuó contándome; "no tengo manera de describir el dolor que sentí cuando por fin me atravesaron el pezón, solo sé que es el más fuerte que he padecido en mi vida, ni de lejos comparable al de los tatuajes o a cuando me quemé una mano con agua hirviendo. Era terrible, intenso y se me hizo eterno, como si me estuvieran estirando de la carne para romperla.
Por un segundo paró y escuché un “ya está”, inocente de mí pensé que eso significaba que ya había pasado todo y miré, pero no, eso quería decir que mi pezón estaba atravesado por una cánula que me pareció enorme y cuando lo vi así casi me desmayo.
Me la sacaron, me pusieron el pendiente y me dijeron que me levantara poco a poco pero yo seguía mareada perdida, así que amablemente me ofrecieron un refresco que acepté de buen grado olvidando que tenía media boca anestesiada, por lo que al ir a beberlo me lo tiré todo por encima".
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Con semejante estreno, ¿qué podía ir peor?
Cómo se cuida un piercing en el pezón
Como siempre, hay que estar a las recomendaciones del profesional que nos lo haga. En todo caso, suelen ir todos en la misma línea.Así, nos suelen decir que si notamos mucho dolor y no para, podemos colocar un hielo durante un par de minutos cada cuatro horas para bajar la inflamación.

Luego tenemos que tener en cuenta que tenemos que mantener la zona muy limpia pero sin tocarla (mucho menos con las manos sucias). Así, tendremos que limpiarlo dos veces al día hasta que se haya curado por completo. Para ello, nos recomiendan agua tibia, jabón neutro y un bastoncillo. También podríamos usar directamente suero fisiológico.
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En todo caso, evitaremos el algodón para limpiar ya que puede generar hebras que infecten la herida. Luego, tendríamos que secar muy bien toda la areola para prevenir la aparición de infecciones causadas por la humedad sobrante.
Para acelerar el proceso de curación, nos suelen recomendar una crema regenerante que ayudará a que el piercing sane más rápido o bien una solución salina, disolviendo 1/4 de cucharadita de sal marina en medio vaso de agua, que, además de acelerar la curación, alivia el dolor.Por ejemplo el REGENhial Gel (117,55 euros) con ácido hialurónico al 1% PURO (Certificado ECOCERT) que proporciona hidratación intensiva, renovación celular y regeneración cutánea.Para su correcto funcionamiento hay que aplicar una capa sobre la zona cutánea lesionada y cubrir con un apósito para reparar la piel. Sirve también para cicatrices recientes, heridas, úlceras, etc.
Primer mes tras colocarse un piercing en el pezón

"Y esto, ¿cuándo se pasa?"... Esta fue una pregunta que me contaba se repetía durante algún tiempo, varias veces al día. ¿Cuándo va a dejar de doler? Cada vez que levantaba el brazo para coger algo, que le rozaba con la ropa (aunque no me quitaba el sujetador ni para dormir), o simplemente se movía un poco más de la cuenta, veía las estrellas.
Aún así seguía aplicando los cuidados recomendados y manteniendo la esperanza de que todas esas incomodidades eran pasajeras, y que algún día dejaría de notar constantemente la presencia del piercing en el pezón. Finalmente se cumplió lo deseado y conforme pasaron las semanas el daño fue disminuyendo poco a poco, hasta convertirse en una molestia leve.
Sufrir 30 días así tendría que ser suficiente para dejar de hacer burradas, ¿verdad?. ¡Pues no! Porque como ya había pasado el plazo de rigor, se le ocurrió la brillante idea de cambiarse el piercing rudimentario que ponen para hacer el agujero, por otro mucho más bonito y aparatoso y ¡ay! todo volvió a empezar de nuevo.
Después de esperar unas prudentes 48 horas, lo cambió por el más sencillo que encontró para que no se rozara con nada y no se atreví a quitárselo hasta cinco años después.
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Está bien, puede que mi amiga exagere un poco, seguro que habrá días en los que no habrá notado nada, varios días, pero sí que es verdad que durante todo este tiempo me asegura que siempre tuvo que ir con cuidado para no darse un golpe o engancharse con algún tejido, porque a la mínima fricción, ¡Auuuu! El pezón le volvía a doler y en ocasiones incluso a supurar, pasando de nuevo por el proceso de cura.
A esto hay que añadir que el piercing era uno de esos aros cerrados con una bolita de presión, y todas las veces que se cayó la dichosa bola, pasó sudores fríos para volver a ponérsela, apretando, intentando no perderla y a la vez notando como la zona volvía a dañarse de nuevo. ¡Quién pudo inventar una cosa tan aparatosa y poco práctica!
Cuándo puso fin al piercing en el pezón
La última vez que volvió a notar que le pinchaba y le salía de nuevo un poco de líquido blanco ya no aguantó más y se lo quitó. De esto hace ya varios años y no fue fácil hacerlo porque también le dolió y además lo sintió como una especie de fracaso. Yo quería llevar ese piercing, pero era imposible, y por más cabezona que pueda llegar a ser (que lo es), cinco años fueron suficientes para convencerse de que la cosa no iba a mejorar.
Una vez pasado el disgusto me ha llegado a reconocer que le invadió un profundo y reconfortante alivio. La herida sanó en un par de días y entonces empezó a ser consciente de cómo el piercing llegaba a condicionar sus movimientos e incluso su postura corporal.
Ahora me dice que puede saltar, bailar, levantar los brazos, ducharme a toda presión… y más cosas íntimas que os podéis imaginar, sin temor a hacerme daño. ¡Hasta puede chocarse con la gente en las aglomeraciones sin sufrir consecuencias! En definitiva, se siente libre.

Con estas declaraciones, ante todo, no pretendemos asustar a nadie, pero ya que parece que está de moda, nada como dejar constancia de que hacerse un piercing no siempre es algo fácil y maravilloso. A veces puede ser un auténtico incordio. Todo dependerá de lo sensible que tengas el pezón y de cómo cicatrice. En el ombligo, por ejemplo, mi amiga sigue llevando otro y ni se acuerda de que lo tiene, ni lo nota.
La pregunta que le hice fue ¿te arrepientes? "Pues no, de todo se aprende. ¿Repetiría? Ni muerta. Bueno, muerta sí, entonces ya no tendría importancia".
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