Estas Navidades no voy a beber alcohol, ¿sobreviviré?

Estas Navidades no voy a beber alcohol, ¿sobreviviré?

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Estas Navidades no voy a beber alcohol, ¿sobreviviré?

Según la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), un tercio de los españoles sufre resaca en Navidad. Yo solía formar parte de este grupo pero desde hace unos meses he dejado de consumir alcohol, así que por primera vez me dispongo a disfrutar de estas fiestas más despejada que nunca. Sé que no soy la primera, ni la única, pero para mí es una situación nueva que me inspira cierto temor. A continuación, argumentos, dudas y precauciones, ¿sobreviviré?

Razones para no beber

Te de menta
¿Quién quiere brindar con cava pudiendo hacerlo con chocolate caliente?

El alcohol es perjudicial para la salud, esto es impepinable, incluso en cantidades moderadas, además engorda sin quitar el hambre, estropea la piel, favorece la celulitis y afecta a nuestro ánimo y a la calidad del sueño. Sin duda, todos estos son motivos más que suficientes para plantearse dejarlo, pero mentiría si dijera que son los míos, la razón es mucho más simple: me sienta fatal.

Y no me refiero a que me provoca nauseas o dolor de estómago (que a veces también), si no que en ocasiones puedo transformarme en un auténtico Gremlin con unas copas de vino, y lo que iba a ser un agradable vermú, se convierte en un drama social que ríete tú de los de Fernando León de Aranoa.

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Yo, de copas.

Esto no me pasaba siempre, por lo general podía salir el fin de semana de cañas y disfrutar de un día genial y relajado o incluso de vez en cuando tomar una cervecita en casa al acabar el día (¡me encantaba la cerveza!), pero con los años he notado que mi tolerancia cada vez es menor, en seguida se me sube a la cabeza y entonces me resulta mucho más complicado decidir qué cantidades son las correctas… De ahí al efecto Gremlin, hay medio paso.

Ante la incertidumbre de si me sentará bien o mal, decidí cortar por lo sano y la verdad es que me he quitado un peso de encima, no echo de menos el alcohol para nada, puedo salir de cañas igual con la opción “sin” y no he tenido más problemas, pero la Navidad es otra cosa.

Estos son algunos de mis miedos

Vivimos en una sociedad que relaciona diversión con alcohol y estas fechas son un claro ejemplo: cenas de empresa, comidas familiares, salidas de fin de año, reencuentros… No hay un solo momento que no esté regado con cava, vino, chupitos, gin tonics o una combinación de todos estos y otros licores.

Vuelve a casa
Llegada triunfal, todavía nadie lo sabe.

Ya me había acostumbrado a ser el bicho raro que no come carne, algo cada vez más comprendido y aceptado, pero lo de no beber tiene más miga, ¿me considerarán una aguafiestas? ¡Espero que no!

Nadie te pregunta cuando dejas de fumar el porqué lo haces, es algo lógico para todos, pero con el alcohol no pasa lo mismo, vuelves a casa por Navidad y resulta que ahora no bebes, ¿qué te ha pasado? ¿Estás bien? ¿Tienes fiebre? Hay reacciones de todo tipo.

Por otra parte confieso que las reuniones sociales no son mi fuerte, resulta que debo ser bastante tímida, pero hasta que no me he enfrentado a este tipo de eventos sin una copita en la mano no me había dado cuenta. Mis probabilidades de quedarme "forever alone" en algunos momentos son altas.

A pequeños males, pequeños remedios

Quizá estoy siendo demasiado tremendista y al final seguro que no es para tanto, he pensado algunas soluciones que me pueden resolver la papeleta:

  • Inventarme una excusa normal: tomo medicación, estoy embarazada (máximo riesgo), voy a conducir (no tengo carnet ni coche, ¡bien!), soy alérgica o simplemente no me gusta (esta no se la cree nadie).
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¿Bailamos?
  • Inventarme una excusa excéntrica: He hecho una promesa a la virgen, me estoy preparando para escalar el Everest, no bebo los días pares (o impares según se tercie), a mí lo que me achispa es mirar el vaso o he tomado demasiada absenta esta mañana.

Cualquier cosa con tal de no explicar lo mismo una y otra vez, que va a hacer que me consideren la mayor corta-rollos de la historia de la Navidad. También podría decir que yo no necesito beber para divertirme, pero todavía no tengo muy claro si esto va a ser cierto, o prepararme un cóctel sin alcohol que salve las apariencias.

Otra opción, que considero de momento la mejor, es rodearme de gente que me inspire confianza, cariño y alegría, con la que sé que me lo paso bien en cualquier circunstancia, o que por lo menos nos unen muchísimas otras cosas más allá de compartir o no unas copas.

Si no funciona, siempre me quedarán los perros y los gatos, ellos no beben, ¡y todo el mundo los adora! ¿Algún otro consejo?

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