Con el calor me aumentan las ganas de comer ensaladas, con el único problema que no soy muy inventiva a la hora de prepararlas, así que me aburro rápidamente. Por eso recurro a ingredientes complementarios como el maíz (o choclo), que en una pequeña cantidad cambia el aspecto y el sabor de la ensalada.
El maíz es un cereal delicioso que se puede consumir cocido, seco o tostado. Se le puede comprar fresco, ya cocido en tarro o crudo congelado. Su consumo nos proporciona beta-caroteno, magnesio y potasio entre otras cosas, además de fibra. Su aporte calórico depende la forma de envasado y puede variar desde las 70 kilocalorías hasta las 150 kilocalorías por cada 100 gramos, lo que en realidad es bastante poco: una cucharada sopera, unos 20 gramos, supone agregar apenas de 14 a 30 kilocalorías a la comida.
El truco culinario de hoy consiste en agregar a las ensaladas maíz que no tenga azúcar añadida, que agrega calorías innecesarias: el maíz de 70 kilocalorías por cada 100 gramos que os mencionaba antes es el de tarro que viene sin azúcar, mientras que el con azúcar, también de tarro, le agrega casi un 30% de calorías, 100 kilocalorías por cada 100 gramos.
Encontraréis el maíz sin azúcar en los supermercados vendido a veces como “maíz light” o “sin azúcar añadido”, aunque hay marcas que no dicen nada pero no la agregan. Sin embargo, basta con revisar la lista de ingredientes para comprobar si hay algo más aparte de agua, maíz y sal. El maíz congelado en general no trae azúcar.
Os confieso que me resulta muy curioso que la mayor parte del maíz que se vende en España viene con azúcar añadida, aunque tiene que ver con las variedades de maíz que se consumen, diferentes de la que yo solía comer en Chile. En mi opinión el azúcar tampoco ayuda a mejorar el sabor, puesto que el maíz combina bien con lo salado a pesar de su sabor algo dulce, pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito.
¿Vosotras conocéis algún truquillo que ayude a quitar monotonía a las ensaladas? Se aceptan sugerencias.
Foto | Normanack
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