Has tenido un mal día, te sientes cansada, agobiada o puede que incluso un poquito triste. Si te plantas un espejo enfrente seguramente tu cara será un poema, pero un gesto tan sencillo como una sonrisa (aunque de inicio sea forzada, venga, inténtalo) conseguirá cambiártela de repente.
Creo que no hay un truco de belleza más efectivo que éste, cuando sonreímos nos sentimos mejor y damos una imagen más positiva a los demás.
Varios estudios han llegado a la conclusión de que las personas que sonríen frecuentemente se perciben como más atractivas. Estaban patrocinados por dentífricos, eso es cierto, pero si te fijas en la gente de tu alrededor seguramente llegarás a conclusiones similares.
La sonrisa y la risa liberan endorfinas y nos hacen estar de mejor humor. Ese bienestar mental se refleja en nuestro rostro, ya que la piel también se resiente con el estrés perdiendo luminosidad o incluso sufriendo brotes de acné, debidos a los desequilibrios hormonales que provoca.
Yo era de esas personas que con los años van adquiriendo una expresión cada vez más sobria, ni siquiera me daba cuenta hasta que un día alguien me comentó que el día que me conoció le había parecido mucho más reservada y sería de lo que realmente soy.
Pregunté a varias personas más y me confirmaron lo mismo, lo que me llevó a observar los gestos de mi rostro durante unos días y me di cuenta de que generalmente estaba muy tenso, hasta el punto de que tenía la mandíbula apretada de forma inconsciente la mayor parte del tiempo.
Tomé la decisión de sonreír más a menudo porque leí que podría ayudarme a relajar los músculos de la cara, pero lo cierto es que desde que lo hago (y esto es como las pipas que cuando empiezas ya no paras) cada vez que me miro al espejo me veo y me siento mucho mejor conmigo misma.
De momento, pasados unos añitos, tampoco me han aumentado mucho los temidos surcos nasogenianos o las patas de gallo, pero si eso ocurre una cosa tengo clara ¡Bienvenidos sean! prefiero las huellas de la felicidad a una frente llena de líneas por llevar siempre el ceño fruncido.
Foto | Kayture
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