¿Estás plof? tranquila es el otoño... y tiene remedio

¿Estás plof? tranquila es el otoño... y tiene remedio

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¿Estás plof? tranquila es el otoño... y tiene remedio

Las últimas lluvias nos confirman que esto del otoño va en serio, las temperaturas bajan, los días se acortan, las sábanas se nos pegan y la pereza parece querer apoderarse de cada centímetro de nuestro cuerpo.

¿Qué nos pasa? ¿Han echado algo en aire, como me decía ayer una amiga en facebook? Pues no, aunque resultaría genial como excusa para llegar tarde al trabajo, la respuesta es mucho más simple, los cambios de estación nos afectan, sobre todo cuando traen consigo más tiempo a oscuras y peor clima, pero si sigues leyendo verás que en general no es algo tan grave como lo pintan.

Menos luz y más frío (mala combinación)

Es lógico pensar que si el aumento de horas de luz en primavera estimula la producción de serotonina, oxitocina, dopamina y noradrenalina, y contribuye a mejorar nuestro ánimo, su reducción en otoño nos va a causar el efecto contrario. Nos despertamos a la misma hora pero el amanecer se retrasa, mientras que por la tarde anochece mucho antes. Por si esto fuera poco las temperaturas bajan y los días nublados son mucho más frecuentes.

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Michael Terman, psiquiatra y experto en cronoterapia aplicada a depresión y trastornos del sueño, realizó un estudio que mostró que las disminuciones lumínicas y de temperatura nos influían incluso en los entornos urbanos. Concretamente en Nueva York, el 50% de las personas que participaron en la investigación perdían parte de sus energías. Un 47% ganaba peso, un 31% dormía más horas y un 31% perdía interés en las actividades sociales (lo que puede traducirse en esas ganas irresistibles de sofá, película, alimentos poco saludables y manta, que nos asaltan en esta época).

Parece que no es casualidad que países como Finlandia y Noruega, con sus inviernos oscuros, prolongados y gélidos, reflejen un número de suicidios y depresiones más elevado que la media europea, aunque por supuesto también influirán otros factores. Por otra parte, lo que sí es seguro es que tendemos a buscar siempre un confort climático y las variaciones de luz y temperatura, especialmente cuando son bruscas, nos desestabilizan y nos hacen sentir fatiga, melancolía o incluso tristeza, temporalmente.

No toda la culpa la tiene otoño

No hay que olvidar que no todos somos igual de sensibles a los cambios de clima, y a veces, de la misma forma que ocurre con la astenia primaveral, la creencia de que vamos a sentirnos peor contribuye a que así ocurra.

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Esta época también coincide con la vuelta al colegio, al trabajo, con tener menos tiempo para nosotras, para disfrutar al aire libre, para ver a nuestros seres queridos… Por no hablar de que como se nos haya ido la mano con los gastos durante las vacaciones, la cuesta de septiembre-octubre nos puede resultar incluso más empinada que la de enero. Si además de todo eso llueve y nos mojamos hasta las rodillas al meternos en un charco, no dan ganas precisamente de dar saltos de alegría, ¿verdad?

¿Qué podemos hacer?

Al mal tiempo buena cara. Me encantan los refranes porque dicen de forma muy sencilla consejos de lo más sabios, y es que si nos metemos en una espiral de “uf que mal tiempo, que mal estoy” vamos a pasarlo regular hasta que termine el invierno. Si le quitamos importancia al clima y nos centramos en encontrarnos bien, seremos más capaces de enfrentarnos a la falta de luz, al frío, al viento y a todo lo que se nos cruce por el camino.

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Tenemos pocas horas de sol, así que ¡hay que aprovecharlas! Con el próximo cambio de horario, el 24 de octubre, es mejor despertarnos e irnos a dormir un poco antes. Adelantando cinco minutos por la mañana y por la noche cada día, de forma progresiva, conseguiremos sacar mejor partido a la luz natural.

Abre bien las cortinas al despertar, y tómate tu tiempo para desayunar y arreglarte tranquilamente, dejando de lado el estrés. A veces cuesta despegar los párpados, pero levantarnos a una hora regular nos ayuda a estabilizar los ritmos circadianos, por lo que rendiremos más durante la jornada y dormiremos mejor cuando nos toque. Tampoco hay que descartar, si tenemos la posibilidad, el aprovechar los beneficios de la siesta para reponer fuerzas.

Comer bien y mantenernos activas es otra de las claves para combatir el ambiente gris que nos rodea. Poniendo de nuestra parte nos sentiremos mejor, pero si el problema persiste y notamos que realmente tenemos dificultades serias para seguir nuestras rutinas habituales, debemos acudir a un especialista para que valore si estamos padeciendo un trastorno afectivo estacional (TAE), que afecta entre un 1 y un 10% de la población y debe tratarse con fototerapia, medicación y/o terapia psicológica. No es lo más común, pero hay que tenerlo en cuenta.

Y tú, ¿qué tal llevas el otoño? ¿Con ganas de hibernar o de empezar nuevos proyectos?

Fotos | LOOKBOOK

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