Aprender a poner en valor nuestras emociones, y las de los demás, nos puede ayudar respetarnos y elegir a quien nos respete

Aprender a poner en valor nuestras emociones, y las de los demás, nos puede ayudar respetarnos y elegir a quien nos respete

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A pesar de ser algo con lo que convivimos durante toda nuestra vida, las emociones siguen siendo un punto de conflicto y dificultad para muchas personas. Para algunos de nosotros no solo se trata de que nuestras emociones siguen siendo unas grandes desconocidas, sino que no siempre las ponemos en valor.

Y lo que es peor, aceptamos cuando los demás las invalidan abiertamente. Es habitual pensar que hay emociones negativas y emociones positivas y las primeras no suelen tener buena prensa. No es raro, por tanto, que a veces intentemos huir de ellas, negarlas o evitarlas por el completo.

La invalidación de nuestras emociones proviene de nosotros y de los demás

Si a esto le unimos la invalidación que en ocasiones hacemos de nuestras emociones, no es raro que todavía nos sintamos peor con ellas. Porque quién no ha escuchado alguna vez por parte de otras personas, o incluso de uno mismo, frases como "eres demasiado exagerado", "haces un drama de todo", "no entiendo por qué te preocupas por eso", "tienes que calmarte", "no hace falta que dramatices", "no hagas una montaña de todo" o "tampoco es para tanto", entre otras cosas.

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Nos lo decimos a nosotros mismos, se lo decimos a los demás y permitimos que nos lo digan. Y, sin embargo, nuestras emociones son nuestras y no podemos evitarlas. Podemos trabajar en cómo las gestionamos, en el significado que les damos y en lo que hacemos con ellas, pero no evitar cómo nos sentimos. Invalidarlas y negarlas no solo no nos ayuda a trabajarlas, sino que afecta a la visión que tenemos de nosotros.

Si hago una montaña de todo, si lloro demasiado, si todo me afecta de manera desmedida, entonces es que no soy "normal" o soy demasiado dramática, demasiado sensible, inadecuada. Además, cuando alguien nos dice esas cosas, estará quitando valor a nuestras emociones y no es raro que nos sintamos incomprendidos y poco valorados o no escuchados.

Pon en valor tus emociones y las de los demás y no dejes que invaliden las tuyas

Nuestras emociones son nuestras y todas son válidas. Las situaciones que vivimos, cómo nos afectan, lo que hemos vivido hasta llegar aquí, nuestro aprendizaje y nuestra historia personal y emocional es algo que solo conocemos nosotros. Nadie va a entender al 100% cómo te sientes tú, pero eso no significa que las emociones que tienes no sean válidas o sean inadecuadas. Son tuyas, y están ahí por un motivo.

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Por supuesto, en ocasiones será necesario hacer un trabajo adecuado para aprender a gestionarlas. Pero este trabajo solo podrá venir desde el respeto hacia lo que sentimos y de la validación de nuestras emociones. Si no aceptas cómo te sientes y que es perfectamente válido, es posible que sigas intentando evitar esas emociones y te sientas inadecuado cada vez que las tengas.

Igual que hay frases para invalidar nuestras emociones - y las de los demás - hay frases para validarlas. No tienes por qué entender cómo se sienten los demás, o cómo te sientes tú misma, para respetar esos emociones y querer ayudar o aprender a entenderlas.

Frases como "siento que te sientas así", "¿hay algo que pueda hacer para ayudarte?", "no comparto cómo te sientes, pero lo respeto", "estoy aquí, dime qué necesitas", "si necesitas llorar, hazlo" o "cuéntame cómo te sientes" pueden ser frases mucho más adecuadas para validar los sentimientos de los demás y darle el valor que tienen a sus emociones. Pero también son frases que puedes usar contigo mismo para entenderte mejor y saber que tienes derecho a sentirte como te sientes.

Y, sobre todo, son frases que puedes pedir en los demás. Tus emociones son válidas y cuando lo sepas no dejarás que los demás las invaliden, ni te hagan sentir mal por ellas o las menosprecien.

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